La traducción o la vida

De prioridades, dilemas, aciertos y equivocaciones

Arrivederci, traducción

Goodbye, adiós, au revoir…

Es curioso cómo en la mayoría de idiomas el adiós no es definitivo, sino temporal (hasta la vista, hasta más ver…). Quizás por eso, porque sé que un adiós no es como un «de este agua no beberé», me cuesta un poquito menos decir adiós a la traducción.

Además de la carrera (que ya me costó un par de años más de lo habitual), llevo 6 años en este mundillo, primero como autónoma y luego junto a mi queridísima socia Cristina Aroutiounova en esa maravillosa aventura que llamamos Magnolia. 6 años que, para qué engañaros, no han sido fáciles: he aprendido lo que no está escrito, he disfrutado como una niña, he crecido como persona y como profesional… pero han sido 6 años en los que cada día había que sacar fuerzas y motivación para seguir adelante.

Sin duda, lo mejor de estos 6 años ha sido descubrir que, a pesar de ser profesionales solitarios (quizás precisamente por eso) los traductores tenemos muy, muy desarrollado el sentido del compañerismo. Mis compañeros no solo han sido mi apoyo, mi enciclopedia y mi mejor compañía, sino que han sido también mis mejores clientes y prescriptores. ¡No puedo estar más contenta de haber pasado estos años tan bien acompañada!

Sin embargo, todo esto no ha sido suficiente contra la evidencia de que, aunque la traducción como profesión me encanta, no despierta en mí la pasión necesaria para pelear por ella cada día contra viento y marea, contra clientes que no quieren invertir en traducciones de calidad, contra los que lo quieren todo para ayer. Ojo, que no estoy echando la culpa a esos clientes ni estoy diciendo que todos sean así, sino que YO y solo yo no he conseguido encontrar la motivación para seguir buscando a esos clientes ideales, para seguir peleando para dedicarme a esto toda la vida.

Lo cierto es que nunca me ha seducido esa idea.

Pero no lo sabía.

A veces, cuando la vida te plantea decisiones difíciles, te toca plantearte la vida entera. A veces, cuando algo va mal, es que tiene que ir mal para que puedas avanzar.

Adoro los idiomas, adoro poder comunicarme cuando voy de viaje y jugar a hacerme pasar por local imitando el acento y la cadencia. Adoro la gramática y la etimología. Pero no lo suficiente.

Conoceros a todos vosotros también me ha hecho darme cuenta de que ese amor que yo creía tan absoluto no llega ni a la suela de los zapatos de la pasión que sentís muchos por esta profesión, por todos sus recovecos, por sus luces pero también por sus sombras: por las noches en vela y los fines de semana en pijama trabajando. La pasión hace que todo eso importe muy poco.

¿He descubierto por fin mi pasión? No creo que las personas tengamos una única pasión absoluta. Creo, más bien, que en cada etapa de nuestra vida nos sentimos atraídos por un ámbito que sobresale de entre los demás, y lo convertimos en nuestra pasión pasajera. ¿Cuánto durará? Nunca se sabe, pero para disfrutarla al máximo debemos exprimirla desde el primer momento. Quizás mi pasión por los idiomas se diluyó después de unos años universitarios decepcionantes y, aunque me tomé un descanso para reponerme, no quise ver que esa pasión nunca iba a volver con la misma fuerza.

Mi pasión, esa faceta de mi vida que ahora sobresale, tiene mucho que ver con el trabajo que he desarrollado en Magnolia, donde escondí a la Marta traductora y dejé salir a la Marta gestora, la que dirige, la que organiza. Me di cuenta de que la mayoría de los problemas vienen, en última instancia, de una falta de organización o planificación, de esa imposibilidad de sentarse a pensar un ratito antes de actuar para descubrir cuál es la mejor manera de proceder. Así que quiero ayudar a la gente a evitar problemas, a ser más felices, a utilizar mejor su tiempo, a aprender a invertir tiempo en sí mismos y en sus decisiones y tareas, sin sentirse empujados a empezar a actuar sin haber pensado antes.

Quiero poner mi granito de arena para crear una sociedad más feliz, más tranquila, más concienciada. Más organizada y más productiva. Y eso no significa perder la chispa, la espontaneidad, la personalidad.

Si tienes curiosidad en saber en qué ando, visita mi nueva web www.baransuorden.com.

Y tanto si tienes curiosidad como si no, si eres uno de los muchos amigos traductores que he conocido en estos 6 años, recibe todo mi cariño y mi gratitud, y ten por seguro que nos volveremos a ver, porque el adiós nunca es definitivo, porque siempre significa «hasta la vista».

Os quiero, leñe

Os quiero, leñe (¡y a todos los que no están en la foto también!)

Historias de barrio: conciliación

Aquí dos familias reunidas

Una cena navideña cualquiera

En estas fechas navideñas de amor, solidaridad, cariño desmedido y buenos propósitos, me ha dado por llamar la atención sobre un tema harto conocido y comentado hasta la saciedad en las tertulias marujiles: lo difícil que es conciliar trabajo y casa (y si es familia, ni te cuento). A ver si este año nuestros «mariditos» (o lo que tenga cada una) se ponen las pilas y nos hacen la vida un poco más fácil.

Una, que trabaja desde casita y que vive en un barrio de esos «de toda la vida», tiene la ventaja de poder ir a los comercios cuando más mola: por las mañanicas, con las señoras. A esas horas, no suele haber mucha afluencia de público, lo que permite entablar animadas conversaciones con los dependientes. Y yo, que hablo con las piedras, encantada de la vida.

Una de esas conversaciones que empiezan de la forma más tonta y acaban en confesiones casi íntimas fue la que tuve el otro día con la chica de la mercería, Mari, que está a punto de dar a luz a su segundo hijo y que me informó de que se iba a cambiar de local, a uno mucho más grande y mejor situado. «¡Qué maravilla! —le contesté—. Eso es que te va muy bien.»

hombre embarazado

¿Os imagináis?

Y claro que le va bien, pero no sin muchos sacrificios. Para empezar, está claro que ningún hombre puede embarazarse, dar a luz ni dar el pecho para liberar a su mujer de estas tareas. No es, por tanto, nada que pueda reprochárseles, pero el hecho es que nuestra protagonista se enfrentaba a una obra, la tramitación de una licencia de apertura, un traslado y la promoción de un nuevo local justo en el momento de dar a luz y en las semanas posteriores, sin que nadie pudiera liberarla de esa carga. Las oportunidades se presentan cuando se presentan, normalmente en el peor momento posible.

Eso sí, Mari se apaña muy bien: utiliza los medios días (cuando su hijo mayor está en el comedor) para adelantar cosas de su casa (la compra, la limpieza, etc.) o para agilizar trámites referentes al nuevo local. Su marido, que trabaja por cuenta ajena, come en casa y es ella la que prepara la comida, así que imaginemos el tiempo que tiene para descansar: ninguno. Por las tardes, se queda en la tienda hasta las 20-20:30 y, cuando llega a casa, se encuentra con que, aunque su marido hace rato que ha llegado de trabajar, es ella la que tiene que preparar la cena.

¿En una relación heterosexual, por qué somos las mujeres las que, por defecto, nos ocupamos de la comida y de la limpieza? Cuando alguna amiga nos cuenta que su pareja cocina o limpia le decimos: «qué suerte» (a veces, lo que realmente significa es «qué envidia»). Y si indagamos un poco, en muchos casos (ojo, no en todos) nos encontraremos con que hay una larga guerra detrás de esa victoria. Batallas dialécticas, llantos ahogados, indirectas inútiles, directas demasiado directas, ¿no estás exagerando un poco?, no te importo, ¿cómo te atreves?, a partir de ahora va a ser distinto. Y, a veces, al final, por fin, un acuerdo duradero.

Si el perrete puede poner la lavadora, tú también

Si el perrete puede poner la lavadora, tú también

Para mí, la batalla más dura ha sido y es la cocina («Yo tampoco sabía cocinar —le digo siempre a mi adorado novio—, y he aprendido. ¿Por qué no puedes aprender tú, leñe?» Pues no, no puede. Por cierto, si alguien se entera de un curso de cocina nivel 0 en Alicante que no sea muy caro, que me lo diga). Sin embargo, las tareas de la limpieza las puede hacer cualquiera (otra cosa es la voluntad de cada uno). Sólo hay que coger la escoba y el mocho. Pero qué difícil es conseguir que un hombre note siquiera que hace falta limpiar. A veces, la solución es poner un horario, una rutina fija de limpieza. En mi caso, después de muchos intentos por conseguir lo anterior, la solución se llama Sole. Esas tres horas a la semana que pasa en mi casa, para mí, no tienen precio (para mi novio, sí). Desde que Sole está en nuestras vidas somos inmensamente felices. No es coña.

Mari, sin embargo, no cuenta con nadie que la ayude con las tareas de la casa. Prefiere hacerlas ella y ahorrarse ese dinero, que tanto a ella como a su marido les cuesta lo suyo ganarlo. Tampoco tiene ayuda en la mercería, por lo que si en algún momento tiene que salir, la tienda se queda cerrada. Seguramente también sea ella la que se ocupe de llevar a su hijo al médico o de hablar con sus profesores.

Verdad verdadera

Verdad verdadera

Y ahora es cuando yo me pregunto: ¿qué estamos haciendo mal? ¿Por qué ensalzamos la figura de la mujer que se deja la piel llevando absolutamente todo lo que tiene a su alrededor? ¿Por qué nos cuesta tanto a las mujeres pedir ayuda? ¿Y por qué no podemos poner a nuestras parejas en su sitio? ¿Por qué nos parece de «señoritos» que alguien nos ayude con la limpieza de nuestra casa? ¿No podríamos gastar parte de nuestro dinero en «subcontratar» las tareas que menos nos gustan o que peor se nos dan? ¿Realmente necesitamos todos esos caprichos? ¿Por qué no nos damos cuenta de que el dinero que ganamos es para gastarlo, si es posible, en cosas que nos hagan ser más felices, a nosotros y a nuestra pareja? Y si no, ¿tanto cuesta repartirse las tareas, c*j*nes?

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En tres años, la única ocasión en la que he cogido la plancha. Todo un acontecimiento.

Por supuesto que no todo el mundo tiene estos problemas ni todos los hombres son unos vagos, pero hoy quería compartir con vosotros estas preocupaciones y no otras, con la esperanza de haceros pensar un poco en cuánto ponemos de nuestra parte para que el lugar en el que vivimos sea más agradable y justo, y las personas con las que lo compartimos sean más felices. Seguro que, por mucho que hagamos, podemos hacer un poco más. Os puedo asegurar que los resultados compensan con creces el sacrificio.

¡Feliz Navidad y próspero año nuevo para todos!

Gente maja a más no poder

Hace unas semanas, recibí un encargo de esos que me encantan a mí: la traducción EN>ES del manual de una escafandra de buceo. Me gustan este tipo de trabajos porque me permiten descubrir «mundos» que, de otra manera, quizás ni siquiera me plantearía que existen. Lo que no sabía es que, además de aprender, estos encargos te permiten conocer gente estupenda, que ama tanto lo que hace que no tiene reparo en utilizar su tiempo en ayudarte, aunque sea a cambio de nada. ¡Ay, si el mundo se llenara de gente maja, qué distintas serían las cosas!

Cuando digo "escafandra" os imagináis esto, ¿a que sí?

Cuando digo «escafandra» os imagináis esto, ¿a que sí?

Para empezar, querría explicaros que una cosa es el buceo recreativo (el de «ver pececitos»), otra es el técnico (inmersiones un poco más complicadas, como por ejemplo en cuevas, en las que las medidas de seguridad son muy importantes) y luego está el buceo profesional que es, como su propio nombre indica, una actividad laboral (recoger muestras, algas, etc.; hacer perforaciones, obras o drenajes…). Cuando este último tipo de inmersiones se prolongan en el tiempo o se hacen a mucha profundidad (o ambas cosas), se requiere el uso de la escafandra, lo que permite al buzo recibir aire por un cable desde la superficie y, así, evitar tener que cargar con tantas botellas de aire comprimido.

Hasta aquí todo bien, pero resultó que el nivel de especialización del texto sobrepasaba mis capacidades documentales, con lo que necesité consultar a expertos. Pero, ¿cómo narices encuentro yo a alguien que haya buceado alguna vez con escafandra y que, además, sepa cómo se llama cada pieza, cada procedimiento? Muy complicado, oigan.

Pero nada hay imposible para una traductora cabezota. Una, que tiene muchos contactos, conoce a un buzo profesional, Abraham, pero resultó que no tiene internet en su casa (vive en Asturias), así que me resultaba muy, muy difícil preguntarle mis dudas por teléfono, sin el apoyo de las fotografías y sin poder enseñarle el contexto, así que él, más majo que todas las cosas, me dijo que buscaría algún colega que anduviera por mi tierra para que me echara un cable. ¡Qué maravilla! Les debo un gintonic.

Pues es este casquito tan moderno el que tiene la culpa...

Pues es este casquito tan moderno el que tiene la culpa…

Mientras tanto, una amiga me comentó que había una escuela de buceo (GISED) en la Albufereta de Alicante y que, creía, uno de los que la llevaban era buzo profesional. Allá que me voy con mi portátil y mi lista de dudas. Me encuentro que no hay nadie, porque están en una inmersión, pero vuelven en seguida. Con mi mejor cara de corderito, le comento al chico (Alfonso) mi problema, creyendo que me iba a mandar a freír espárragos, pero, para mi sorpresa, ¡estuvo encantado de ayudarme!

Me enseñó las instalaciones y los equipos que usan y, aunque no es buzo profesional, se pasó dos horas (¡dos horas!) conmigo solucionándome dudas. Incluso, cuando vio que había cosas que se le escapaban, llamó por teléfono a otros miembros del club. Uno de ellos, Agustín, incluso echó mano de un manual que tenía en casa para solucionarme algunas preguntas. Vamos, que beso el suelo por el que pisan. Y les debo una cerveza.

Aunque me llevó bastante tiempo hacer todos los cambios y mejoras que me propusieron (tanto que no me dio tiempo a quedar con el amigo de Abraham), creo que finalmente quedó un manual estupendo.

De esta guisa me imagino cuando traduzco cosas de buceo

De esta guisa me imagino cuando traduzco cosas de buceo

No era la primera traducción de este ámbito que hacía, pues hace ya unos meses, tuve que traducir el manual de un «jacket» (ese chaleco en el que va anclado todo lo que necesita un buzo). Me encontré con un término que no conseguía encontrar en español y, siguiendo mi costumbre de preguntar antes que nada, llamé a una tienda especializada, donde un amabilísimo muchacho llamado Ricardo, al que le debo un café, me solucionó la papeleta en cero coma.

Así que, después de cumplir con todas las invitaciones que tengo pendientes (que no son pocas), creo que me voy a hacer el curso de buceo, ¿no? En GISED, por supuesto. El buceo me ha dado mucho y ya es hora de que yo se lo devuelva.

30 años no se cumplen todos los días

Apelotonamientos para salir todos en la foto

Apelotonamientos para salir todos en la foto

Y precisamente por eso me ha parecido más que insuficiente una actualización de estado en Facebook, que es lo que se suele hacer en estos casos (aviso de que leer esta entrada puede causar dolor de culo).

Después de 30 años de vida, tengo tanta gente a la que agradecer tantas cosas que no puedo más que disculparme con todos los que me voy a dejar por el camino, pero voy a tener la osadía de intentar recordar aquí y ahora, de la forma más breve posible, a los que me vienen a la cabeza en este momento:

Con Antonio en la cima de un volcán. Que no digan que no hemos vivido.

Con Antonio en la cima de un volcán. Que no digan que no hemos vivido.

a mi novio, Antonio, mi vida, mi alma cualquier cosa menos gemela, que me acompaña en cada momento, en cada decisión, y al que no podré agradecerle nunca lo suficiente que, hace ya casi 11 años, decidiera que yo (¡yo!) me merecía entrar en su vida; a mis varias familias (la de mi padre (reivindico una quedada de primos con foto de grupo o que nos pasemos de una vez todas las fotos o, mejor, las dos cosas: ¡no tengo ninguna foto de todos los primos juntos!); la de mi madre; las respectivas de mi otra mitad, a las que considero tan familia como a las que me vieron nacer, y a las que, sin ser familia, las considero como tal), por ayudarme a ser la persona que soy hoy;

Mi hermanosa feliz es un primor

Mi hermanosa feliz es un primor

a mi hermana, por no dejar de llamarme nunca, y hacerme recordar que hay personas con las que puedes hablar por teléfono todos los días durante una hora y que aún se te queden cosas por decir; a mis genios (ya veis que aquí sí se puede mencionar a quien uno quiere), por hacer que cada día sea especial y ayudarme a cumplir muchos de mis sueños (aunque con otros se resistan 😉 );

Qué jovenicos estábamos, señor...

Qué jovenicos estábamos, señor…

a los pudris-jamonicos-baldomeros-mahales, que nunca dejan de estar ahí, por lejos que nos encontremos o por mucho que haga que no nos vemos, por arrancarme carcajadas a cada minuto y por ser tan frikis; a mi socia, sin la que no tendría la ilusión que tengo cada día al levantarme (o al acostarme, que a veces se me va el sueño pensando cosas para nuestra criatura);

Menos para trabajar, nos juntamos para cualquier cosa

Menos para trabajar, nos juntamos para cualquier cosa

a mis traductores queridos, por hacerme darme cuenta de que en esta profesión que me vendieron como «terriblemente competitiva» hay un compañerismo que me alucina cada día; a Sole, por hacer que desaparezcan mis problemas matrimoniales; a Amalia y a las chicas de yoga, por hacerme sentir cada día mejor que el anterior; a Max, por ser tan buboso y por acompañarme en mis muchas horas de soledad traductoril casera, y a todos los que no veo tan a menudo, porque están lejos o porque no encontramos el momento, sabed que no me olvido de vosotros y que os cotilleo el perfil en Facebook.

Una pequeña parte de la familia

Una pequeña parte de la familia

Una vez hechos los agradecimientos, querría dar un repasito rápido a mi vida, así en un momento, y a mi último año, que ha sido muy especial.

En general, me siento muy, muy satisfecha con la educación que he recibido y con lo que he podido disfrutar: mis padres eran unos outsiders que se casaron por lo civil allá por principios de los 80, para disgusto de casi todas las personas de sus respectivas familias.

En el marco incomparable de la puerta de los juzgados

En el marco incomparable de la puerta de los juzgados

Ni os cuento el disgusto cuando se separaron al cabo de unos años. Y así he salido yo: siempre me he sentido libre para pensar y, en consecuencia, hacer lo que verdaderamente quiero. Jamás podré agradecerles lo suficiente que me dieran la libertad para elegir siempre (dónde y qué quería estudiar, qué ropa quería llevar, con quién quería ir…). Oye, y tan mal no he salido.

Y aún faltaba una

Y aún faltaba una

Mi grupo de amigos más íntimo se compone de unas 25 personas, y cada vez que nos juntamos a cenar un sábado de trankis parece que celebremos una despedida. Comemos, bebemos y gritamos (unos más que otros) como si no hubiera un mañana y, aunque entre nosotros nos parecemos como un huevo a una castaña, siento la paz absoluta que da saber que vamos a seguir queriéndonos mucho, mucho tiempo.

Mantengo varias amigas desde el colegio, y voy coleccionando amistades allá por donde voy: soy de esas que digo que voy a ir verte a tu pueblo y, antes o después, voy (que se lo digan a mis sorianas, o a Ester Llópez,

Aquí, en Portugal. Around the world with Ester

Aquí, en Portugal. Around the world with Ester

a la que tengo la costumbre de seguir allá a dónde va); de las que da un grito de alegría cuando se encuentra a un amigo que hace tiempo que no ve; de las que habla de sus intimidades al cabo de dos horas de conocerte. Sí, hay gente a la que le da cosica, pero al que le gusta, ¡le encanta!

Seguro que hay gente a la que no le caigo bien, faltaría más, pero, oye, en general no se molestan en hacérmelo saber, cosa que también es muy de agradecer.

Así que, resumiendo, he tenido y tengo una vida de puta madre. Virgencita, virgencita…

No es un montaje. Esa fue la celebración de mis 29. ¡De verdad!

No es un montaje. Esa fue la celebración de mis 29. ¡De verdad!

En cuanto a mi último año, tengo también mucho que agradecer. Así me encontraba yo hace un año, justo el día de mi cumpleaños, sin planificarlo, cumpliendo un sueño que ni siquiera sabía que tenía. Fue un viaje maravilloso, lleno de momentos inolvidables, pero es que desde entonces (y antes también) he hecho muchos viajes a lugares preciosos y con gente insuperable (no os voy a aburrir, mirad mi TripAdvisor, si queréis). Y este es precisamente uno de los puntos que más me gustaría agradecer a todos los que me han acompañado en estos periplos y, especialmente, a Antonio, por trabajar tanto y de tan buen agrado.

Mi compañero de fatigas

Mi compañero de fatigas

Y cuando no estoy de viaje, vivo de alquiler en un piso maravilloso con un compañero de primera y un gato precioso, buboso, pequeño, suave y precioso que me ronronea, me hace camellitos, me llena de pelos y me devuelve la vida cada vez que lo miro. Y mis caseros son un amor. Mis vecinos, no tanto, pero qué se le va a hacer…

Tontunas nunca nos faltan

Tontunas nunca nos faltan

Este último año he decidido también cuidarme, no se me vaya de las manos lo de los 30, y me he apuntado a yoga (se lo recomiendo a todo el mundo) y me he puesto a dieta. He introducido muchos y muy provechosos cambios en mi día a día y, sí, me he vuelto de las que no pueden vivir sin su rutina. Eso no me gusta, ¿ves? Pero es que me va taaaan bien…

La criatura

La criatura

En lo profesional, aunque aún me queda mucho por recorrer, estoy en una etapa tan ilusionante que me da un poco de miedo salir de ella, aunque luego lo pienso y me doy cuenta de que lo que viene detrás será aún mejor. Gracias, Cris, por elegirme para emprender esta aventura.

Las bodas siempre son buenos momentos para hacer fotos

Las bodas siempre son buenos momentos para hacer fotos

En fin, que no quiero daros envidia, pero en estos tiempos de crisis, ébola y desahucios, me apetecía gritar al mundo que todos podemos dejar nuestros problemas de lado y mirar la parte positiva de las cosas, y levantarnos cada día pensando en todo lo bueno que hemos vivido, que vivimos y que nos queda por vivir. Pero especialmente cuando se cumplen 30 añazos, que no, no es todos los días.

Y aún se me quedan muchos por retratar

Y aún se me quedan muchos por retratar

Look at the bright side of life!

Happy Mondays

yo puedo con el lunes

¡Puedo con el lunes!

Como no he ido a #Lenguanding y me muero de envidia, quería desviar la atención con esta nueva ocurrencia mía: los ¡Happy Mondays!

Veréis, soy de esas a las que los lunes se le hacen muy, muy cuesta arriba. Aunque me levante igual de temprano y haga la misma rutina (duchita, yoga matutino, desayuno completo…), cuando me pongo delante de mi amigo Trados, hay algo que me empuja a levantarme de la silla, una voz interior que me repite, con tono horripilante:

La pila de los platos sucios llega hasta el techooo.

No has hecho la compraaaa.

Tienes la lavadora por poner, pero es que ni siquiera has doblado la anterioooooor…

colada

La colada que no me deja trabajar

Y cosas por el estilo. Curiosamente, todas estas tareas «pendientes» me la traen al fresco me dan igual el resto de días de la semana. Debe ser porque los lunes me siento culpable por no haber hecho nada en todo el fin de semana. Porque no, yo el fin de semana no me dedico a limpiar ni a solucionar asuntos pendientes, sino a disfrutar.

Así que los lunes, mi productividad caía de tal forma que, normalmente, acababa el día con más cosas pendientes de las que tenía al empezar. Un desastre.

Por eso, hoy, dentro de mi plan maestro para incluir en mi rutina y en el mejor momento posible todas aquellas cosas que tengo que hacer y que siempre voy dejando hasta que ya es demasiado tarde, he decidido que los lunes van a ser para hacer recados, limpiar la casa y dejar limpia (o lo más limpia posible) mi lista de tareas pendientes.

vencido lunes

Mi nuevo lema

Creo que es importante que los que trabajamos en casa aprovechemos la oportunidad de organizarnos según nuestros «biorritmos» (llamadlo como queráis). Es decir, que, por ejemplo, trabajemos cuando más productivos somos, aunque sea a las 4 de la mañana, y organicemos el resto de cosas que tenemos que hacer de acuerdo a lo que «nos pide el cuerpo», siempre dentro de nuestras posibilidades, claro. De esta forma, todo nos costará mucho menos, sentiremos menos culpa por no hacer lo que debemos hacer y, de hecho, conseguiremos hacerlo todo y ser más felices.

Como plan no está mal, ¿no?

Experta en márketing digital

Claro que sí, hombre. ¿Y por qué no? He dado un curso de una semana y ya me creo todopoderosa.

Nada más lejos de la realidad.

Google Activate

Google Activate

Esta pasada semana (y con esto quiero decir TODA la semana) he tenido la oportunidad de asistir al curso Actívate en la Universidad de Alicante, organizado por la IAB (Interactive Advertising Bureau) y Google (de estos creo que no hace falta que ponga el enlace, ¿no?). Y además por toda la cara. ¡Gratis total! Todo un privilegio.

Durante esta semana un grupo no tan numeroso como cabría esperar (éramos unos 150) disfrutamos de las charlas de expertos y también de empresarios y emprendedores sobre temas tan apasionantes como el SEO y el SEM, el mobile marketing, el e-commerce, Google AdWords, display advertising, retargeting… ¿Seguís ahí? Sí, a los publicistas les gustan mucho, mucho los términos en inglés. Y las siglas: CPC, UGL, CPM, ROI, CPA… Aunque también hay palabras comprensibles para el no docto, como «impacto», «audiencia» o «público objetivo».

El márketing digital: un lío morrocotudo

El márketing digital: un lío morrocotudo

Me sería imposible contaros lo que significan todos estos conceptos, pero os puedo asegurar que ahora entiendo mucho mejor esas pequeñas cosas que uno, navegando por Internet, ni siquiera se plantea, y que son una pequeña revolución en el mundo del márketing, pues permiten a los anunciantes dirigirse a quien es más susceptible de estar interesado en su producto.

Como sabéis, yo no tengo nada que ver con el mundillo de la publicidad, pero como me he metido en el farragoso mundo del autoempleo (y dentro de nada lanzaré junto a una querida amiga un proyecto algo más ambicioso), me veo obligada a controlar estos temas, aunque sólo sea para saber a quién contratar para que me los lleve si me veo desbordada. Aunque al principio, claro está, seremos nosotras mismas las que nos encargaremos de las redes sociales, el blog, etc.

E-commerce

E-commerce, el sector en el que mejor se aprovecha el márketing digital

En resumen, he quedado encantada con el curso. Mis compañeros de grupo (porque hacíamos trabajos en grupo, como en el cole) son un encanto e hicieron que las largas horas en el salón de actos fueran mucho más llevaderas. Los profesores, encantadores, nos ofrecieron su experiencia (que no era poca) en los temas que trataron, y los empresarios que nos visitaron nos contaron sus aciertos y equivocaciones a la hora de poner en marcha sus proyectos, la mayoría consistentes en una tienda on-line.

Aunque es cierto que no se trató el márketing digital desde el punto de vista de una empresa de servicios, como la mía, estoy segura de que esta formación me servirá, y mucho, en mi vida profesional aunque, claro está, no sé exactamente cómo pues, como sabéis, los caminos de la traducción son inescrutables.

Por otro lado, la vuelta a la universidad me trajo antiguos recuerdos (comer en el césped, los clubes sociales, encuentros con amigos en la puerta de la biblioteca…), pero debo decir que la vuelta a mi rutina de siempre (mis pomodoros!!) ha sido aún más gratificante. No me daba cuenta de lo cómoda que me sentía con mi papel de autónoma encerrada en su cueva. Ay, qué bien se escribe en pijama, leñe.

Gestión del tiempo: ¡aquí hay tomate!

Como sabéis, queridos lectores, conseguir una gestión más eficaz del tiempo es una de mis obsesiones vitales, y una de las técnicas que (para mi gusto) mejor lo consigue es la archifamosa Pomodoro.

A los que no la conocéis, os diré que se basa en la aplicación de descansos de 5 minutos por cada 25 minutos de trabajo, con un descanso más largo de 15 minutos cada 4 períodos de trabajo. Debe su nombre a esos relojes avisadores que hay en casi todas las cocinas del mundo. Se conoce que en la casa del inventor de este método el que había tenía forma de tomate. Podéis investigar más sobre el origen del pomodoro, su inventor, etc., pero a mí lo que me interesa es su aplicación práctica, así que vamos a ello:

¿Por qué creo que el pomodoro es el mejor amigo del autónomo?

PomodoroAunque es una técnica muy interesante para cualquiera que haga un trabajo intelectual, el autónomo que trabaja en casa es la mejor «presa» para el pomodoro. Evita la fatiga intelectual, visual, postural y vital que produce estar horas y horas delante de un ordenador pero, además, nos permite ir adelantando esas «cosillas» que siempre hay que hacer por casa. Eso sí, hay que ser disciplinado, porque es muy fácil ignorar al relojito o decir «en cuanto acabe esto» y, de repente, darte cuenta de que han pasado dos horas.

Si por el nivel de concentración que requiere nuestra tarea o cualquier otro motivo los intervalos se nos hacen demasiado cortos, podemos juntar dos pomodoros y hacer un descanso más largo, o podemos cambiar por completo los períodos de trabajo y descanso pero, si queremos que sea efectivo, debemos mantener la filosofía del método, haciendo descansos regulares.

Yo sigo los períodos estándar, pero cuando trabajo con alguien más suelo juntar dos (se pasa el tiempo más rápido). Los días que tengo trabajo de traducción no me cuesta aplicar las pausas, porque uso Trados y me es muy fácil encontrar el punto en el que parar. Sin embargo, cuando me estoy peleando con alguna página web o con las redes sociales, se me va el tiempo sin sentir. Y ahí es donde entra la funcionalidad de la aplicación que usemos para gestionar nuestros pomodoros:

¿Qué pomodoro usar?

Disponibles hay infinidad, tanto de escritorio como para el móvil.

Yo he probado muchos (incluso un día probé a usar el relojito de verdad, pero hacía demasiado ruido), y al final me he quedado con Clockwork Tomato. A todos los demás les he encontrado pegas, pero este me ha convencido porque, además de ser totalmente configurable y funcionar bien (parece una obviedad pero no, no lo es), avisa cada 3 minutos cuando ignoras el cambio de ciclo. Me viene genial cuando estoy tan metida en la tarea que no me doy cuenta de que ha sonado.

Por supuesto, la gestión eficaz del tiempo no sólo depende del pomodoro, ni siquiera está en nuestra mano en muchas ocasiones, pero creo que tener un buen pomodoro es imprescindible

Un momento, que me toca descanso…

para ser más productivos y, a la larga, mucho más felices, porque aprovechar mejor nuestro tiempo de trabajo hará que podamos disfrutar de más tiempo libre (o ganar más dinero en el mismo tiempo, eso ya cada uno).

¿Qué hago en los descansos?

maxNo vale usar los descansos para ver las redes sociales o jugar al Candy Crush. El típico «es que me relaja» no vale, porque de lo que se trata es de levantarse de la silla y descansar la vista, además de la mente. Podemos aprovechar los descansos para hacer estiramientos, pero yo siempre aprovecho para fregar, hacer la cama, limpiar el baño del gato (cuanto más trabajo tengo más limpia está mi casa, Mari) o salir a la terraza a regar las plantas, que además viene muy bien para que me dé un poco de solete alicantino. Y un planazo es siempre achuchar a mi gato.

Yo intento sentarme a trabajar nada más terminar de desayunar o comer y aprovecho el primer descanso para lavarme los dientes, el segundo para recoger la mesa… Es un pelín guarrada, pero me funciona, porque si me pongo a recoger antes de trabajar, ya que estoy friego, ya que estoy limpio la cocina, barro, pongo una lavadora…

¿Hay otras alternativas?

Por supuesto. Hay un método natural y sanísimo que consiste en beber mucha agua. Claro, a cada ratito tienes que levantarte sí o sí para ir al baño 🙂 (éste es de un profesor de la universidad). Yo no lo hago porque mis riñones están en plena forma y si bebiera agua mientras trabajo, directamente no podría trabajar.agua

Otro método (by @xosecastro) consiste en levantarse sistemáticamente cada vez que te llamen por teléfono y aprovechar para relajar los ojos. Claro, si no te suelen llamar mucho, ésta no funciona.

En cualquier caso, la mejor receta para conseguir mayor productividad es no agotarse, tanto en el corto como en el medio y largo plazo. Cada uno tenemos nuestros trucos y los que sirven para unos no tienen por qué servir para otros. ¿Cuál es el vuestro?

Pánico en el Dropbox

Sí, señores: PÁNICO. Eso es lo que se siente cuando pierdes un archivo. Todos vosotros lo sabéis, ya sea porque os ha pasado alguna vez (Dios no lo quiera) o porque, simplemente, os lo imagináis. Evidentemente, cuanto más grande es el archivo perdido, mayor el pánico, si es que dentro del estado de pánico puede haber niveles.

Dropbox

No sabría vivir sin él…

Os voy a contar lo que me pasó: yo tengo todos mis archivos de trabajo en Dropbox. Cuando hago juradas, uso una plantilla que, haciendo gala de la originalidad que me caracteriza, llamo «Plantilla.docx», y que contiene lo que invariablemente lleva una jurada (los márgenes, el juramento, la fecha, etc.). Mi método es abrir la plantilla y guardarla con el nombre del fichero que voy a traducir y, a partir de ahí, ir sobreescribiendo éste último. Brillante. Salvo que, la semana pasada, olvidé guardar la traducción «A» con el nombre correspondiente y fui guardando sobre «Plantilla». Hasta ahí, ningún problema. El intríngulis vino cuando, al día siguiente, cogí «plantilla» para empezar con el siguiente documento y, viéndola llena con la traducción anterior, borré todo lo que no se correspondía con su título y guardé. Mira tú qué bien. Y seguí trabajando.

Pánico

Desahogarse no viene mal

Horas (¡HORAS!) más tarde, revisando el trabajo hecho en todo el día, me doy cuenta de que la traducción «A» no está por ninguna parte (flashback: yo borrando todo el contenido del fichero y dejando sólo la parte de platilla). Pánico. Llanto desconsolado. Respiración profunda, contar hasta 10. Mirar en internet cómo recuperar versiones anteriores de documentos Word. Probar y que no sirva de nada. Más llanto. Golpes en la mesa. Bronca con el novio por no ser capaz de consolarme como Dios manda, y nada más que intentar darme soluciones, cuando yo lo que necesito es comprensión. Hombres… no entienden nada.

Versiones Dropbox

Y con esto me encontré. ¡Bendita la hora!

¿Y qué descubrió mi media naranja, para mi asombro y admiración infinita hacia su persona? ¡Que Dropbox tiene un historial de versiones! No como Word, que sólo guarda los archivos que no se grabaron correctamente, sino todo lo contrario: un historial de cada una de las guardadas, si me permitís la expresión. Botón derecho en el archivo, «Ver versiones anteriores». Y allí estaba, como si no hubiera pasado nada, la versión de la tarde anterior, esperando a ser recuperada, salvada, en el sentido menos informático de la palabra. ¡Bendito Dropbox! Beso el suelo por donde pisa el genio al que se le ocurrió que podrían mantenerse las versiones anteriores, por si acaso.

Lástima tener que admitir que para esto de la informática, al menos yo, a pesar de mi título de programadora y todo, sigo necesitando el temple y la infinita sabiduría de mi chico, santo varón. Gracias, Antonio. Gracias, Dropbox.

Adaptarse

En el periódico de San Vicente

En el periódico de San Vicente

Hace unos días participé en un curso para emprendedores organizado por Jovempa (Asociación de Jóvenes Empresarios de Alicante). Hasta salimos en el periódico, jejeje. El curso ocupaba 4 mañanas, y cada día se trataba un tema diferente (plan de empresa, fiscalidad, subvenciones y propiedad intelectual), todos interesantísimos. No os quiero aburrir con los detalles que nos explicaron allí, pues me daría casi para un libro, sino que más bien quiero hablaros de una impresión con la que me quedé: muchos de los allí presentes QUERÍA emprender, sino que se sentían OBLIGADOS a hacerlo, pues no tenían esperanza de encontrar trabajo por cuenta ajena.

Y cuando tenemos seguridad, ¡a vivir la vida loca!

Y cuando tenemos seguridad, ¡a vivir la vida loca!

Como nosotros, los traductores, ya salimos de la carrera intuyendo que nuestro futuro profesional pasa por ser autónomos (aunque entiendo que esta situación no es la más normal en España), me dio por pensar en lo difícil que debe de ser plantearse crear una empresa para todas esas personas cuyo objetivo en la vida es conseguir estabilidad y seguridad, más que las aventuras y desventuras propias de un empresario (que los autónomos lo somos, no os olvidéis).

Pelis para niños con mensajes para adultos

Pelis para niños con mensajes para adultos

Ayer vi la película Los Croods (que me gustan a mí las pelis para niños, ¿qué pasa?). Para los que no lo sepáis, trata de una familia de cavernícolas que viven la desintegración de Pangea en diferentes continentes; todo el día enfrentándose a terremotos, erupciones volcánicas… Claro, todo exageradísimo, pero para el caso es igual: se ven obligados a olvidarse de las reglas que, hasta entonces, les habían mantenido a salvo, e incluso a renunciar a vivir en una caverna: su refugio, su hogar. Deben adaptarse a la nueva situación con la que se encuentran.

Me acordé de todas esos compañeros que se ven obligados a convertirse en empresarios, y me di cuenta de que la grandeza del Ser Humano es precisamente esa: el haber sido capaces, a lo largo de nuestra Historia, de ADAPTARNOS a todos los cambios con los que nos hemos ido encontrando. Y fui un paso más allá: las Revoluciones (la Francesa, la Industrial, la Tecnológica, de la que todos nosotros hemos sido testigos) y las crisis (esta en minúscula, ¿eh?) no son más que dos caras de una misma moneda: son los resortes del cambio, y tan traumático resulta el cambio devenido de una Revolución como el de una crisis. ¿O es que no sufrió la nobleza la Revolución Francesa? ¿No sufrieron los obreros la Revolución Industrial? ¿No han sufrido muchos trabajadores estos últimos años al verse obligados a cambiar por completo su forma de trabajar, incorporando las nuevas tecnologías, si no querían verse en la calle? Evidentemente, nos sentimos más identificados, o nos solidarizamos más, con unos grupos que con otros, pero en todo caso son PERSONAS las que han tenido que adaptarse… o morir (en algunos casos, sí, literalmente).

Por eso, quiero hacer un llamamiento más al optimismo. Crisis es oportunidad. Qué original. Pero es del todo cierto. Emocionémonos porque estamos siendo testigos y artífices, muchos sin darse cuenta, de un cambio de Era. Si nos dejamos arrastar por el pesimismo, ese cambio será sin duda a peor; pero si cogemos el toro por los cuernos y aprovechamos esta oportunidad que nos brinda la Historia para cambiar el mundo, cada uno en la medida de sus humildes posibilidades, tened por seguro que algo muy bueno saldrá de todo esto.

Y, sí, no soy ni la primera ni la última que suelta este discurso pero, como es lo que pienso, no me quedo sin decirlo. ¡Hombre, ya!

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